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Historia de la Moneda en Honduras

La moneda oficial de Honduras es el Lempira, nombrado así en honor al cacique Lempira, héroe y prócer nacional de origen Maya-Lenca que con bravura defendió a su pueblo de la invasión española.

En Honduras se utiliza actualmente las denominaciones en billetes de 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100 y 500 lempiras. En moneda se utiliza mayormente las denominaciones de 20 y 50 centavos de lempira, mientras que las monedas de 5 y 10 centavos se usan cada día en menor medida. Los llamados «centavitos» que son monedas de cobre de denominación de 1 y 2 centavos de lempira aun se pueden encontrar en algunos bancos del sistema financiero nacional.

El Banco Central de Honduras (BCH) es el ente regulador de la política monetaria de Honduras. Es el responsable de formular y dirigir la política monetaria, crediticia y cambiaria del país.

El BCH es el responsable de velar por el mantenimiento del valor interno y externo de la moneda nacional, el buen funcionamiento del sistema de pagos y propiciar la estabilidad del sistema financiero en Honduras.

Desde el período precolombino donde se usaba el sistema de trueque hasta el uso de billetes y monedas en la actualidad.

A continuación la historia del nacimiento del actual sistema monetario de Honduras:

Período Precolombino

En América, antes de la llegada de los españoles y de acuerdo a la documentación dejada por los primeros cronistas europeos, se sabe que los antiguos pueblos Mayas y Lencas en Honduras y en general, todos los pueblos Mesoamericanos utilizaban como medio de pago en sus transacciones comerciales el “trueque” (intercambio de un objeto por otro) de cuentas de piedra, como el jade, la albita o la serpentina (de preferencia en tonalidad verde), tabaco, pieles, sal, plumas de quetzal y guacamaya, conchas marinas y en época tardía hachitas de cobre, pero sobre todo granos de cacao.

El Cronista Español Gonzalo Fernández de Oviedo, decía que entre algunos pueblos indígenas de Centro América, las almendras de cacao corrían como moneda y con ellas se podía comprar esclavos, vestidos, alimentos, en fin, todos los servicios ofrecidos en los mercados. El cronista da algunos ejemplos:

  • 4 almendras de cacao = 8 nísperos
  • 10 almendras de cacao = 1 conejo
  • 100 almendras de cacao = 1 esclavo

Claro que no todo resultaba tan sencillo. Para cambiar un objeto por otro, primero había que ponerse de acuerdo, por ejemplo:

Si alguien quería cambiar una vasija por un cuchillo, tenía que buscar a alguien que tuviera el cuchillo y ver si estaba dispuesto a recibir la vasija. A veces el trato se cerraba sin problemas: ¡Tome su vasija! ¡Deme mi cuchillo!

Pero otras veces, al dueño de la vasija, a quien le interesaba el cuchillo, tenía que buscar a alguien que tuviera un collar de conchas marinas y quisiera cambiarlo por la vasija.

Entonces, si conseguía cambia la vasija, corría a casa del dueño del cuchillo y finalmente hacia el trueque por el collar de conchas marinas.

Como se observa, este intercambio era un enredo. Por eso la gente se puso de acuerdo, para darle valor a algunos objetos y poder cambiarlos por lo que cada uno necesitaba o deseaba.

Así, a través del tiempo y en diversas comunidades, ciertos objetos y alimentos fueron utilizados como dinero para comprar y vender mercancía. También cuando alguien ayudaba o servía a otro, podía recibir a cambio una cantidad de esos objetos.

Período Colonial

Una vez que los españoles iniciaron la colonización de estas tierras, trajeron consigo las primeras monedas: Castellano, Ducado, Doblón, Pesos, Reales, Cuartillos y Maravedis.

Por Cédula Real en mayo de 1535, se autorizó instalar la Casa de la Moneda en el Virreinato de la Nueva España (México), iniciando al año siguiente la acuñación con denominaciones de ¼, ½, 1, 2 y 3 Reales de plata, posteriormente esta última se sustituyó por la de 4Reales (llamada tostón). Las monedas tenían grabadas alegorías de las casas reinantes, escudos de armas, coronas y nombres de reyes en latín.

Los virreinatos de la Nueva España (México) y Perú, se acuñaron sus propias monedas y en la Capitanía General de Guatemala (Centro América) circularon ambas, y desde luego las que venían de España.

En 1728, por mandato real se autorizó a las Casas de Monedas de Indias (Nombre que se le daba a las Casas de Monedas en América), acuñar monedas de plata de las denominaciones ya conocidas e incluso las de 1, 2, 4 y 8 Escudos de oro de 22 quilates.

Procedente del Perú, circularon en las provincias de la Capitanía General de Guatemala, monedas de poco contenido de plata y con notorias deficiencias en el grabado, su redondez y grosor.

El circulante en la capitanía llegó a escasear a mediados del siglo XVII, obligado a los mineros a fragmentar la plata extraída y utilizarla como moneda a fin de cubrir los gastos de sus operaciones.

Estas monedas se conocieron con el nombre de “MACACOS” o “MACUQUINAS”, pero oficialmente fueron denominados “CORTADAS”. Monedas de bordes recortados, sin cordoncillo, selladas en cospeles irregulares a golpe de martillo y de tosca acuñación.

Para 1733, la Casa de la Moneda de la ciudad de Guatemala acuño este tipo de moneda, utilizándose plata extraída de las minas de Tegucigalpa. El Corpus y posteriormente de la región de Yuscarán.

Las autoridades españolas trataron por todos los medios disponibles, de sustituir la Macuquina por la de ¼ traída de España, a fin de “facilitar el comercio y cómo uso”, según disposición real de 1793; es de mencionar, que las monedas Macuquinas buenas o enteras, eran exportadas a España.

«Caxa Real» o «Real Tesorería» en Comayagua

En 1739, al hacerse cargo de la gobernación en Honduras, Don Francisco de Parga, dio principio a la construcción de la Caxa Real o Real Tesorería en Comayagua, encomendándose dicha construcción al arquitecto Bartolomé de Maradiaga, la cual fue terminada en 1741, siendo utilizada para el ensayo y fundición de la plata; no obstante, la acuñación de monedas se efectuó en fechas posteriores.

En 1774 y 1809, hubo dos terremotos, dañando severamente la Caxa Real, quedando la edificación destruida casi en su totalidad, posteriormente fue restaurada, sirviendo como casa de Gobierno, después del año de 1821, dejando de funcionar como tal, debido a que ésta se incendió en su totalidad; para 1840, únicamente se conservaban sus paredes y sus pisos de cerámica.

De la construcción que inicialmente ocupaba dicha casa acuñadora, actualmente sólo existe una parte de sus paredes  exteriores originales, con batientes de ventanas, y dos portales, de los cuales aún se conserva la inscripción, sobre su dintel, en el portal principal, que se traduce en lo siguiente:

“Reinando Don Felipe V, el animoso y doña Isabel Farnesio, Reyes Católicos de las Españas y de las Indias, hicieron esta Casa Real sus oficiales reales de orden del muy ilustre señor Don Pedro de Rivera Villalón mariscal de campo de los reales ejércitos Gobernador y capitán General de este reino y Presidente de la real avenida de Guatemala, siendo Gobernador y Capitán general de esta provincia el teniente Coronel Don Francisco de Parga: Se acabó año de 1741”.

Período de Independencia y Anexión a México

El 15 de septiembre de 1821, se firmó en la Ciudad de Guatemala el Acta de Independencia de la Capitanía General de Guatemala, implicando un nuevo despertar para las provincias que la formaban; había mucho que planificar, organizar y dirigir.

El 5 de enero de 1822, se formalizó la Anexión de las provincias Centroamericanas a México, para conmemorar los dos eventos, notificó a los recién incorporados la acuñación de una nueva monea, teniendo en el anverso el busto del Emperador Agustín de Iturbide y al reverso un águila sobre un nopal. La circulación de esta moneda fue efímera, como también lo fue la anexión.

En este mismo año se eleva formal petición al Emperador Iturbide, para que establezca la Casa de la Moneda en Tegucigalpa, ya que eran las minas de plata de este lugar las que abastecían en forma casi total a la Casa de la Moneda de Guatemala y en cantidad aceptable a la Casa de Moneda de México.

Aún con los eventos anteriores, continuaron en uso monedas españolas.

El 24 de junio de 1823, en la ciudad de Guatemala, se instaló la Asamblea Nacional Constituyente, que proclamó el carácter absoluto y definitivo de la Independencia de Centroamérica, no sólo con respecto a los imperios español y mexicano, sino también ante cualquier otra potencia colonial.

Federación Centroamericana

En 1823, los Estados Centroamericanos adoptaron el sistema de Gobierno Federal y el problema monetario tomó nuevamente tintes de emergencia, en consideración a los males que causaba la moneda falsa que circulaba en el Estado, y aun en los otros países que conformaban la Federación.

En marzo de 1824, la Asamblea Constituyente reunida en Guatemala, consideró prohibir la acuñación de toda clase de monedas con bustos, escudos de arma y cualquier otro distintivo que identificara a la monarquía española y se adoptaría una en cuyo anverso tendría una cordillera de cinco volcanes y un sol naciente, más la leyenda REPÚBLICA DEL CENTRO DE AMÉRICA, al reverso un árbol como emblema de la libertad y la inscripción de LIBRE, CRESCA, FECUNDO.

En este mismo año, se forma el Código Criminal contra los falsificadores de moneda.

El 2 de agosto de 1831, se instaló «La Casa de la Moneda» en la ciudad de Tegucigalpa (antiguo local de la Tipografía Nacional), la cual anteriormente se denominó “Caja Real” o “Casa de Rescates”, acuñándose monedas de 1/4, 1/2, 1 y 2 Reales.

En 1832, a consecuencia de la invasión y toma de los puertos de Omoa y Trujillo por enemigos de la Federación, el Estado de Honduras se vio obligado a acuñar “moneda provisional” para levantar y mantener un ejército que estableciera la paz. Esta moneda fue mitad plata y mitad cobre, conociéndose con el nombre de «Media Leche».

Las monedas de 1 y 2 reales, en el anverso llevan, al centro, la cordillera de cinco volcanes, el sol naciente tras el primer volcán, al contorno la leyenda: «MON. PROVISIONAL DEL EST. DE HON.» En el reverso, al centro un árbol de cedro (como emblema de libertad) y en la circunferencia: «LIBRE CRESCA FECUNDO. T. 1832. F». Posteriormente con la escasez de plata sólo se acuñó en cobre, ocasionando problemas en su aceptación y aún a pesar de este inconveniente continuó acuñándose más circulante de este tipo.

Período Republicano

En 1840, al disolverse la Federación Centroamericana, se constituye el nuevo modelo de desarrollo de la República para cada uno de los Estados Centroamericanos, debido a que no existió un grupo dominante lo suficientemente fuerte como para identificar al Estado Federal como la institución representativa de los intereses nacionales.

En 1860, con respecto a los ingresos y egresos de la Hacienda Pública, se tomaron disposiciones para reglamentar y divulgar una tabla de cotizaciones con relación a las monedas extranjeras: Libra Esterlina o Soberano Inglés, Franco Francés, Guilder Neolandés, Dólar Norteamericano, Águila, Cóndor Chileno, Doblón Español, Onza de Costa Rica, Sevillana, Florín, Peniques y Chelines.

En 1861, la Casa de la Moneda se arrendó a particulares, otorgando el Gobierno dispensas necesarias para introducir cobre en pasta, ya que se agotó en los minerales de Cedros y Minas de Oro.

En 1862, durante la administración del liberal Victoriano Castellanos, cuyo partido, en esta fecha era denominado el de los Coquimbos (Partido Rojo), dio la aprobación legal y puso en circulación, las nuevas monedas provisionales de cobre acuñadas en Inglaterra (en las denominaciones de 1,2, 4 y 8 Pesos), conocidas por el pueblo como «coquimbas», debido a su color rojo encendido; las cuales por su excesivo número acuñado permitió que descendiera y desapareciera su valor y circulación.

La Constitución emitida en 1865 todavía expresaba reglamentar sobre la moneda y su respectiva ley, esto muestra que los problemas sobre la circulación de distintas monedas extranjeras continuaron.

Un informe oficial de 1869 manifestaba:»… la necesidad que se siente en todos los pueblos de una moneda propia para las transacciones comerciales y que al mismo tiempo por su valor legítimo pueda concurrir sin demérito ninguno a los mercados como las monedas de otras naciones».

Ante tal situación, el gobierno firmó contrato con banqueros franceses para el suministro de monedas, lo cual significó la traída por primera vez de las “monedas de níquel”. Con esta acuñación también se trató de reemplazar la «provisional», en vista de falsificaciones que de ellas se hacían.

En 1871, en la ciudad norteamericana de Filadelfia, se firmó contrato para fabricar y enviar a Honduras – vía Amapala – varios troqueles. Estos llegaron al final del mismo año, pero en combates entre tropas de Honduras y El Salvador en la Isla del Tigre, los accesorios fueron llevados a El Salvador, siendo devueltos en 1877 por gestiones del Presidente, Dr. Marco Aurelio Soto.

En 1879, el Dr. Marco A. Soto mediante Decreto N° 46, Artículo N°1, declaró establecida en la ciudad de Tegucigalpa «La Casa Nacional de la Moneda» para la acuñación de monedas de oro, plata y cobre; asimismo, mediante el Artículo N°2, adoptó el Sistema Monetario Decimal y declara como unidad monetaria, el PESO DE PLATA, fraccionable en 100 centavos.

Durante la Administración del Presidente General Don Luis Bográn (1883-1891), estando la Casa de la Moneda arrendada a una sociedad privada nacional (Señores Agurcia, Soto y Lazo), se acuñó por primera vez en Honduras (1886) monedas de oro en las denominaciones de 1, 5, 10 y 20 Pesos.

Cabe mencionar que el 30 de octubre de 1880, mediante Decreto No. 11, la Asamblea Nacional Constituyente durante el Gobierno del Dr. Soto, acordó trasladar la Capital de la República, de Comayagua a Tegucigalpa, por el hecho de que en esta última ciudad se encontraban edificios importantes para la residencia del Gobierno como ser: «El Almacén Principal de la Guerra, La Casa de la Moneda y la Imprenta Nacional».

Lempira de Plata de 1934. El novio se lo daba a la novia en la ceremonia de casamiento, como símbolo de las arras del matrimonio.

Período Contemporáneo

En la actualidad la política monetaria de Honduras está regida por el Banco Central de Honduras.

La Emisión Monetaria está fundamentada y regulada por leyes y reglamentos, los cuales constituyen el marco jurídico mediante el cual el Banco Central de Honduras ejerce la función de ente emisor de billetes y monedas.

La Constitución de la República de Honduras en el Artículo 342, literalmente contempla que: «La emisión monetaria es potestad exclusiva del Estado, que la ejercerá por medio del Banco Central de Honduras».

Asimismo, en La Ley del Banco Central de Honduras, Artículo 26 y La Ley Monetaria en su Artículo 5°, manifiestan que: «El Banco Central de Honduras será el único emisor de monedas y billetes de curso legal en el territorio del país y para ello se regirá por esta ley y por los reglamentos que sobre la materia dicte el Directorio y que apruebe el Poder Ejecutivo.»

Por otra parte los Artículos 1 y 3 de la Ley Monetaria establecen al Lempira como unidad monetaria y que las obligaciones de pagar en dinero se liquidarán y ejecutarán en Lempiras.

Los billetes y monedas emitidos por el Banco Central de Honduras tendrán fuerza legal y poder liberatorio ilimitado en el territorio de la República.

Las personas o entidades que hagan circular objetos o documentos con el fin de que sirvan como moneda convencional incurrirán en las penas que establece el Código Penal para los casos de falsificación.

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