El Lagarto de Oro | Cuentos y Leyendas de Honduras
Te traemos la siguiente leyenda que es parte de la tradición oral y escrita del minicipio de El Corpus, Choluteca.
Según cuentan los ancianos cuando los soldados españoles llegaron a las prósperas tierras donde se encuentra hoy, el laborioso y atractivo municipio de El Corpus encontraron en la superficie de la tierra, enormes cantidades de oro en forma y tamaño de un fruto de tamarindo, tal hallazgo les causó una ambición desmedida a tal grado que sin pérdida de tiempo procedieron a la explotación del precioso mineral, en el lugar que llamaron «Clavo Rico«.
Comenzaron con la construcción de un largo túnel, al oriente de la actual ciudad de El Corpus, el túnel cruzaba el cerro de extremo a extremo en una longitud de aproximadamente 3 kms.
Los conquistadores españoles, quienes fueron terribles verdugos de nuestra pobre raza, obligaron a los nativos a trabajar día y noche en la explotación del rico mineral.
Un Jueves Santo la excavación llegó al punto exacto donde hoy se encuentra el alta mayor de la iglesia, donde encontraron una gran laguna de aguas verdes con una profundidad desconocida, para asombro de todos, en el centro de las aguas reposaba un enorme lagarto de oro, los indios quedaron horrorizados al ver aquella magnifica fiera que les mostraba sus poderosas mandíbulas que representan el símbolo de la muerte.
Fue tanta la sorpresa, que uno de aquellos desgraciados hombres cayó al fondo de las aguas dando gritos de auxilio a sus compañeros, quiénes haciendo grandes sacrificios lo salvaron de los dientes de la muerte.
Cuando el verdugo español se dió cuenta de la presencia de este extraño lagarto, les gritó a sus esclavos: – «¿De qué tenéis miedo indios desgraciados y corbardes?«, todos debeís arrojaos al agua y capturar ese precioso animal, el que desobedezca mis órdenes será castigado con la horca, nuestra madre España no perdona a los cobardes, hasta el mismo Señor tiene que venir de los cielos a ayudarnos a capturar a este precioso animal -.
No había terminado de pronunciar aquellas blasfemias, cuando comenzaron una sucesión de temblores. Era la voz de Dios, que le ordenaba a la tierra que hundiera todos aquellos tesoros para castigar así la soberbia y ambición de los conquistadores, ese día, todas aquellas almas quedaron sepultadas.
En el transcurso del tiempo, al silencio de la noche, se escuchaban los gritos y llantos en el lugar, eran las almas que pedían el perdón de Dios por su pecado. Por esa razón se ordenó la construcción de una iglesia con la recomendación de que el altar mayor quedará en el lugar exacto donde estuvo la laguna. Solo así desaparecieron los lamentos de aquellas almas pérdidas.