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Estudio socio-económico y ambiental de La Mosquitia Hondureña



Información recabada en un estudio revela el estado socio-económico y ambiental actual, así como los retos de una zona reconocida por su riqueza biológica y cultural, a la que incluso se le ha denominado «La Amazonía Centroamericana».

Estudio de UICN – Evelyn Vargas (evelyn.vargas@iucn.org) 24 Junio 2020. Más Información

Situada al noreste de Honduras, en el departamento de Gracias a Dios, se encuentra La Moskitia hondureña, tierra de los Miskitus, uno de los nueve pueblos indígenas y afrodescendientes que habitan este país centroamericano.

El aislamiento geográfico de La Moskitia hondureña, provocado por múltiples espejos lagunarios que limitan el acceso a vías aéreas y acuáticas, explica el resguardo de la cultura ancestral de un pueblo indígena que vive alrededor de una de sus riquezas naturales más reconocidas: el Sistema Lagunar de Karataska.

En torno a este sistema de lagunas de 3.700 kilómetros cuadrados viven 24.679 personas, distribuidas en cinco zonas y 82 comunidades, bastante distanciadas entre sí. Allí se ubican los cinco Consejos Territoriales Indígenas marino-costeros: Auhya Yari, Bamiasta, Lainasta, Katainasta y Watiasta.

Ver además: Los Miskitos en Honduras

Es en este sitio donde la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), en consorcio con Goal y con el apoyo del socio local, MOPAWI, implementa el Proyecto Regional de Biodiversidad Costera.

Este proyecto elaboró la “Tarjeta de Reporte Ambiental Zona de La Moskitia hondureña (Laguna de Karataska)”, estudio que, basado en el análisis de información secundaria, revela el estado actual del territorio en términos ambientales, sociales y económicos.

La vida en una zona remota

El costo de la vida en La Moskitia hondureña es alto. La lejanía y las dificultades de acceso hacen que su desarrollo sea más lento en comparación con el resto del país, lo que se refleja en los indicadores de salud, educación, empleo y productividad.

Si bien el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del departamento de Gracias a Dios es 0.635, para un desarrollo humano medio, el Índice de Pobreza Humana (IPH) es del 53%. En el área, solo el 40% de la población dispone de agua y energía eléctrica. Además, existen carencias de infraestructura básica, como alcantarillado o calles pavimentadas.

Los Miskitus tienen una particular dinámica de migración interna, entre municipios y comunidades. En la faja costera y en la zona de Tansing, las familias migran para cultivar granos básicos en las vegas del Río Mokorón. La gente joven, que representa más del 50% de la población, migra a Tegucigalpa y La Ceiba por estudio y en su mayoría regresan a la zona una vez que concluyen. Algunos migran fuera de Honduras.

Estudio socio-económico y ambiental de La Mosquitia Hondureña

Paraíso biodiverso

Este territorio alberga los Ríos Coco o Segovia, Patuca y Plátano, tres de los ríos más importantes del país. De hecho, la red de ríos y sistemas lagunares de La Moskitia constituyen la mayor reserva de agua dulce de Honduras.

La extensión continua más grande de áreas protegidas de Honduras está en La Moskitia, conformada por el Sistema de Humedales de la Reserva del Hombre y Biósfera del Río Plátano (SHRHBRP), declarado Patrimonio de la Humanidad, la Reserva de la Biósfera Tawahka Asangni (BTA) y el Parque Nacional Patuca (PNP).

En este sitio se encuentran 20 de las 21 familias de aves acuáticas reportadas para Honduras. Resguarda la guara verde y el águila arpía, en peligro de extinción, y al ibis verde, el cholo dorado, la gaviota parasita, la garza tigre rufa y la avoceta, reconocidas como aves endémicas.

Es hábitat de especies arbóreas de valor medicinal como el tunu y la palma batana, de la que se extrae un aceite de exportación. Además, es refugio del cocodrilo americano, el caimán y la tortuga lagarto, parte de los reptiles amenazados o en peligro, según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

Sus extensas masas de bosques hacen de La Moskitia el remanente boscoso más significativo de Honduras. El bosque de mangle es el ecosistema litoral dominante, con una extensión de más de 23 mil hectáreas. Constituye un ecosistema vital para las comunidades del Sistema Lagunar de Karataska, ya que sirve de vivero a buena parte de las especies comerciales de las que dependen las pesquerías locales.

Se han identificado 76 especies de peces y entre las especies comerciales de mayor interés se encuentran: róbalo blanco, mero, sábalos y pargos, que dependiendo de su estado biológico migran al mar y viceversa.

Territorio eminentemente de pescadores

Ancestralmente, las comunidades del Sistema Lagunar de Karataska han encontrado en los recursos pesqueros la base de su sustento. A la pesca artesanal para consumo doméstico se le suma la agricultura de subsistencia, que aprovecha los suelos fértiles que existen en la región para el cultivo de productos como yuca, malanga y arroz.

La pesca con aperos industrializados se traduce en una fuente importante de ingresos económicos, siendo los peces cíclicos las especies más buscadas, como machaca o tuba, guapote, masmas, sasin, cawacha y róbalo.

La principal fuente de trabajo asalariado para los Miskitus es la contratación de jóvenes como buzos en los barcos industriales, para la captura de langosta y caracol, y la pesca de camarón en flotas pesqueras, así como la extracción y comercialización de medusa y pepino de mar.

Una cantidad considerable de buzos Miskitus resultan afectados de forma permanente por la descomprensión, producto de la carencia del equipo y las condiciones de seguridad adecuadas. Situación que se repite por toda la región y que provocó la creación de la Asociación Hondureña de Buzos Lisiados (AMHBLI).

Idiosincrasia indígena

Los Miskitus viven de acuerdo con sus propias estructuras de gobernanza, que interactúan con las de gobierno, a nivel nacional, regional y municipal.

Casi el 90% de las tierras de La Moskitia están tituladas y los beneficiarios son los pueblos indígenas, mediante la figura del Concejo Territorial Indígena (CTI). La máxima autoridad territorial aquí está representada por MASTA, conformada por doce CTI que velan por los derechos del pueblo Miskitu, el rescate de su lengua indígena y la gobernanza del territorio.

Bajo la categoría de territorio comunal, estos pueblos indígenas manejan un extenso territorio que abarca tierras de llano, vegas, montañas y otras zonas que se destinan a la caza, extracción de plantas medicinales y materiales de construcción y artesanías.

La población adulta mayor está organizada en los Concejos de Ancianos y también representada en la Organización de Adultos Mayores Almuknani Asla Takanka (AAT). Aunque no se registra una organización juvenil formalmente constituida, las personas menores de 20 años, que son el 60% de la población, empiezan a agruparse alrededor de las actividades de rescate cultural.

Mairin Indian Miskitu Asla Takanka (MIMAT) es una organización de mujeres que promueve la conservación del medio ambiente, mediante el reciclaje y la reforestación, la salud materna, por medio de la formación de parteras, y la organización femenina en la Laguna de Tansing y de Palkaka.

En estos pueblos indígenas predomina la religión Morava, tradicional y renovada, seguida por la católica y varias denominaciones de grupos de protestantes que han proliferado en los últimos años.

Retos ambientales y desafíos humanos 

La Moskitia hondureña enfrenta importantes retos. Inundaciones, ciclones tropicales e incendios forestales encabezan la lista de amenazas naturales, mientras que la contaminación, deforestación y malas prácticas de pesca se enlistan en las amenazas de origen antropogénico.

El Sistema Lagunar de Karataska es la zona con más alta susceptibilidad a inundaciones, su área de inundación es el 51.4%. La mayor probabilidad de efectos por ciclones tropicales sobre Honduras se registra para el departamento de Gracias a Dios, con el nivel de amenaza más alto, para un 69.70%.

La contaminación tiene impactos a nivel terrestre y acuático. El agua de las lagunas está contaminada por los residuos de la pesca y el transporte fluvial, los desechos sólidos y las aguas servidas que se vierten a estos ecosistemas.

La deforestación de los bosques se está acelerando debido a la extensión del casco comunitario, la venta clandestina de tierras y el avance de la frontera agropecuaria, en especial para el cultivo de palma africana y la ganadería.

Existe una fuerte presión sobre el recurso pesquero. Hay un nivel significativo de pesca por barcos comerciales en aguas costeras, que infringen los límites de tres millas de la costa. Además, la presión que la industria camaronera, sin la debida observancia de la normatividad pesquera, ejerce sobre las tortugas marinas es alta.

Como parte de la búsqueda de soluciones a algunas de estas problemáticas, el Proyecto Regional de Biodiversidad Costera trabaja con las comunidades indígenas en la construcción de herramientas de gobernanza de los recursos marino-costeros, como la construcción de un plan de manejo y un fondo de cánones.  

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