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Actividades de Arqueología en Honduras

Actividades de Arqueología en Honduras


Parque Arqueológico Ruinas de Copán, Copán

Se trata de una colección de monumentos de extraordinario valor individual y un monumento en sí mismo (Patrimonio Cultural de la Humanidad, UNESCO). La riqueza, estilo y acabados de sus esculturas y arquitectura son únicos entre los sitios mayas descubiertos.

Este centro político y ceremonial, capital de la ciudad-estado de Copán, regía la frontera sur de la civilización maya, y llegó a tener 21,000 habitantes, incluidos algunos pueblos no mayas, entre los siglos V y IX. Este origen diferente se refleja en un estilo escultórico propio, que aporta el texto más largo, labrado en piedra, del mundo maya: la Escalinata Jeroglífica, que colinda los otros edificios de la Acrópolis, incluido el Parque de Pelota, las imágenes de gobernantes y altares en la Gran Plaza, los túneles y el conjunto de sepulturas ubicado en las inmediaciones del parque arqueológico.

Honduras alberga los vestigios de la Civilización Maya, y de la reciente civilización ubicada en la Ciudad Blanca.

Parte de la belleza de Copán se recorre por el subsuelo de los monumentos sembrados en un parque natural donde todavía viven los animales en su habitat, como las guacamayas que vuelan libremente en la localidad y las plantas que animaron la imaginería ceremonial y política de este impresionante despliegue monumental y cultural.

Destaca el Altar Q, el monumento más conocido de Copán. Fue dedicado por el rey Yax Pasaj Chan Yopaat en 776 d. C. y tiene representaciones de los primeros 16 reyes de la dinastía de Copán talladas en sus costados. Por otro lado, la Piedra Xukpi es un monumento dedicatorio de una de las primeras fases del Templo 16 (Estructura 10L-16), construido para honrar a K’inich Yax K’uk’ Mo’, entre otros.

Parque de Aves y Reserva Natural Montaña Guacamaya «Macaw Mountain»

Copán, es un centro de conservación, cría, rehabilitación y hospedaje de aves, localizado a pocos kilómetros del centro del pueblo de Copán Ruinas, en el camino en la calle que conduce a Aguas Calientes, conocido también con el nombre de aguas termales.

Un colorido parque ecológico rodeado de árboles nativos centenarios y una finca de café, y cruzado por las refrescantes aguas de la quebrada Cakaguatales, sobre la que puedes desayunar, merendar o almorzar después de pasear entre más de 180 especies de aves hondureñas y centroamericanas, además de aves que emigran del caribe y de nuestro hermano país de México, y algunas sudamericanas.

No dejes escapar la oportunidad de sentir como las patas de una guara roja, verde o azul se apoyan en tus brazos, tus hombros o tu cabeza mientras extiende sus hermosas alas de par en par. Ese es el mejor momento para llevarte una foto de tus vacaciones digna de compartir con tus amigos.

Rastrajón, Copán

En este sitio arqueológico, recién abierto al público, tienes una visión panorámica del valle de Copán, incluyendo la Acrópolis y todas las edificaciones del Parque Arqueológico de Copán Ruinas. Era un lugar religioso, pero ante todo un puesto de vigilancia y defensa de la ciudad-estado de Copán. Aquí puedes apreciar otras formas y motivos, edificios con cuartos abovedados, construidos con bloques de piedra canteada y amoblados con bancas debidamente moldeadas a su entorno.

Sus paredes están adornados por fuera con escultura fina. Fue ocupado y utilizado en dos momentos: en el año 425, antes del establecimiento de la dinastía de K’inich YaxK’uk’Mo’, el fundador y primer gobernante de la precolombinas civilización maya en Copán, cuyo nombre significa ‘Primer Quetzal Guacamaya’, quien gobernó la ciudad solo durante 11 años; y después del colapso de Copán, alrededor del 822 d.C. Los científicos siguen excavando y, sobre todo, uniendo las piezas del maravilloso pasado de Copán. Rastrajón es el resultado más reciente.

La Fortaleza de San Fernando, Omoa, Cortés

La fortaleza se levanta a finales del siglo XVIII a pocos metros de la costa para defender a Honduras de los ataques de piratas, bucaneros y corsarios que amenazaban el Caribe en su época. Hoy el mar está varios metros más alejado. Vista desde el aire, da la impresión de que es un arco apuntando al mar, ya tenso y con la flecha lista para disparar. Le ofrece a la costa una muralla en semicírculo, construida en parte, como el resto del fuerte, con restos de coral.

En sus casi 340 años ha sido baluarte, trinchera, mercado, cárcel y monumento… y la gente le dice “El Castillo”. Es el legado colonial más importante de la costa caribeña de Honduras y tal vez la principal construcción militar de la época en Centroamérica. Tiene 31 bóvedas bajo las cuales hay habitaciones, cocina y una capilla, y no es difícil imaginar el olor a pólvora de la terraza, poblada de cañones durante un combate.

La Fortaleza de Santa Bárbara, Trujillo, Colón

Las condiciones naturales de la bahía de Trujillo son ideales para establecer uno de los mejores puertos de la zona. La barrera de Punta Castilla no solo protege a la costa de las tormentas sino que además se convierte en un refugio de aguas profundas y calmas. Durante el período colonial sufre los embates de piratas y corsarios de diferentes nacionalidades que estaban al servicio de diferentes coronas.

Los españoles comprenden la importancia de la plaza y la necesidad de dotarla primero de artillería y, años después, en un baluarte defensivo. Así, casi a mediados del siglo XVII, se termina de construir la Fortificación de Santa Bárbara, cuyos cañones todavía apuntan alertas hacia el mar ante la posibilidad de otro de los muchos ataques que resistieron. Actualmente, el monumento colonial está abierto a las visitas y es uno de los principales atractivos turísticos de Trujillo.

Fue declarada «Monumento Nacional» el 8 de marzo de 1990, bajo Acuerdo Presidencial No. 049. En 1997 pasó a ser propiedad del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Dentro de la Fortaleza de Santa Bárbara funciona un museo con salas de exhibición Arqueológica, Colonial y Republicana. El museo posee una variada colección de objetos de gran valor histórico y cultural que reflejan el pasado precolombino y colonial de la ciudad.

El Fuerte de San Cristóbal, Gracias, Lempira

Domina la ciudad de Gracias desde la parte más alta del cerro de San Cristóbal. Se construye siguiendo los planes del Presidente Juan Lindo en la segunda mitad del siglo XIX para defender la ciudad de la invasión de ejércitos guatemaltecos y salvadoreños en los conflictivos años del período post independencia, federal y de guerras internas entre liberales y conservadores.

El terreno era una hacienda del propio Lindo, que está sepultado en el fuerte, aunque es José María Medina quien la construye entre 1864 y 1875. Mientras uno se acerca a las paredes blancas de su muro en forma de estrella, se distinguen seis torreones que defendían el perímetro de la ciudad con cañones y tiradores con rifles, y, con ella, el occidente del país. Además, te reciben dos cañones que sirvieron en la Fortaleza de San Fernando en Omoa (fortaleza española ubicada en la ciudad costera de Omoa).

El nombre del fuerte deriva de Cristóforo, según la tradición católica: “el que lleva a Cristo”, símbolo de su fortaleza física. El proyecto de acondicionamiento y puesta en valor de la fortaleza fue financiado por la Presidencia de la República a través del Instituto Hondureño de Turismo y en conjunto con la Municipalidad de Gracias.

Parque Eco-Arqueológico de Los Naranjos, Lago de Yojoa

Es el punto donde la naturaleza y los vestigios de una ciudad precolombina de 2800 años se encuentran. El parque eco-arqueológico está ubicado en la comunidad de El Jaral, en el municipio de Santa Cruz de Yojoa, en el departamento de Cortés, aproximadamente a 3 kilómetros de distancia del municipio de Peña Blanca. Aquí te recibe un museo con hallazgos arqueológicos del parque.

Sus tres caminos a través del bosque tropical de hoja ancha son uno de los mejores lugares del lago para senderistas. Un puente colgante le pone otro condimento al recorrido, pero el plato fuerte son los vestigios de una ciudad del año 800 a.C. cuya comunidad aprovechaba la cuenca del lago y sus ríos para el comercio de cerámica, plumas de quetzal y cacao. Aún continúan los estudios para identificar el origen de esta civilización, pero sus rasgos son característicos de la cultura Lenca. Hay montículos de hasta 20 metros de altura que hablan de la importancia que tuvo la ciudad. Y aún hay más: la “Isla de las Ventanas”, un exigente recorrido de 3 horas que completa la experiencia eco arqueológica con aventura.

Ciudad Blanca, Gracias a Dios

La Leyenda de la Ciudad Blanca en Honduras se originó a partir de fragmentos cortos de diferentes historias. En los años 20 del siglo XVI, Hernán Cortés, un conquistador, escribió al rey de España, Carlos V, sobre la increíble riqueza de una de las provincias de los territorios conquistados, cuya capital era la Ciudad Blanca de oro.

El descubrimiento más sensacional fue hecho por Theodore Morde, quien dijo que él había encontrado las ruinas de las estructuras gigantes en las profundidades de la selva. Según Morde, sus guías le contaron acerca de un templo dedicado al Dios Mono. Hay excursiones guiadas a lo largo del país a través de la selva de Mosquitia para los aventureros curiosos. El Instituto Hondureño de Antropología permite el acceso a grupos con interés científico previo a una evaluación.



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